Cuando yo era pequeño, me encantaba poner las manos sobre el cristal de la puerta del metro de Madrid, entre las estaciones de Bilbao e Iglesia y ver lo que mi padre llamaba «Estación Fantasma de Madrid«, era una época en la que por mi edad, yo me creaba historias de niño, películas en la cabeza e historias que me hacían «alucinar«, me encantaba y muchas veces le decía a mi padre que quería ir para verla.
Con el paso del tiempo y ya cuando tenía edad de salir y entrar en casa a mi antojo, me resultaba nostálgico apoyar nuevamente las manos para evitar el reflejo y disfrutar de esos segundos en los que el metro disminuía su velocidad al pasar por esa estación, me sentía como un niño, sentía que el tiempo estaba detenido en ese lugar, en ese corto espacio de tiempo,parecía que el tiempo no sólo no había transcurrido en esa vieja estación, sino que yo era el mismo niño que era 15 años atrás, con mis manos sobre el cristal.
Si bien es cierto que cuando eres mayor, ya te das cuenta que en realidad no era un lugar fantástico como yo podía imaginar, donde vivían fantasmas buenos y amigables, en realidad era un lugar en el que vivían vagabundos, además estaba cubierto de grafitis, pero la nostalgia y la magia de ese lugar, nunca la perdí.
Resultó que tras dos años de restauración, fue en marzo de 2008, cuando la estación fantasma de Chamberí habría sus puertas al público, se abrió (en un agujero en la calle) una entrada a la fantasmagórica estación que cerró sus puertas en 1966, tras 42 años atrapada en el tiempo. Desde entonces y en grupos guiados es posible viajar a los años sesenta con tan sólo bajar unos metros sobre el suelo de Madrid.
Lo más sorprendente de visitar la estación no es sólo sentir el poder viajar en el tiempo sino conocer cómo era la sociedad en los tiempos en los que se construyó la estación, por ejemplo ese azulejo blanco inmaculado que usó el arquitecto Antonio Palacios para la construcción de ésta estación en el año 1919 está relacionado con la creencia popular que aún radicaba en la sociedad por aquel entonces sobre el cielo y el infierno, además junto a la construcción abovedada -como en las iglesias- de la entrada a la estación, eran símbolos de pureza para que la gente creyente no tuviera miedo de bajar a un lugar impuro. Para el resto de la gente además, ese colorido ayudaba a los que aún tenían miedo a viajar en un transporte subterráneo, a superarlo, ya que el colorido claro que empleó Antonio Palacios hacía parecer que eran espacios más abiertos, luminosos y alegres.
Como decía antes, no sólo se mantiene como un museo el estado de la estación, igualmente hay infinidad de detalles que nos ayudan a comprender la sociedad de los años sesenta. La publicidad en los andenes descubierta tras la limpieza de las paredes fue un regalo, además como por aquel entonces la publicidad no se hacía en papel como hoy sino que se construía en baldosa, se conservó publicidad de los años sesenta en muy buen estado.
Hay otros detalles sociales como por ejemplo las sillas de los taquilleros, que sólo tienen un apoya brazos, en la derecha para que las mujeres (porque eran mujeres) que trabajaban allí, tuvieran el brazo apoyado y así más accesible a su trabajo.
Igualmente increíble ver es, cómo han cambiado las tarifas, los precios, la economía, aún están allí los marcos con las tarifas del metro de Madrid del año 1966.
La historia de su cierre en la década de los sesenta, no fue otra cosa que la confianza de todos los madrileños al servicio, y con ellos al incremento de viajeros en toda la red de metro, lo que llevó a Metro a alargar las estación de la línea «madre», la línea 1 y así dar servicio a nuevos trenes con mayor capacidad. Fue entonces cuando, debido a la complejidad de ampliar la estación de Chamberí, por su situación en curva y su proximidad a las de Bilbao e Iglesia, el Ministerio de Obras Públicas decidió cerrarla el día 21 de mayo de 1966. De esta forma, los andenes se ampliaron desde los 60 metros con que contaba desde su inauguración, hasta los 90 que tendría a partir de entonces.
Desde mi punto de vista, la situación del cierre de la estación de Chamberí en los años sesenta fue una suerte, una suerte ya que, a pesar del vandalismo que sufrió durante mucho tiempo la estación, es una suerte el tener un tesoro como ese en Madrid … es una suerte que yo por fin pudiese un día andar por unos andenes con tanta historia, fue una suerte por fin, que dejase de poner las manos sobre el cristal del metro cada vez que pasaba por esa estación es sobre todo una suerte, recordar a mi padre cuando íbamos en el metro de Madrid y pasábamos por Chamberí.
Hasta la próxima!.
Me ha encantado el post!!!!!!!!!!!!Mi colegio estaba justo en Iglesia y todos los días, pasaba tanto a la ida como a la vuelta, y alucinaba con la estación fantasma. Imaginaba tantas cosas….Mil gracias por el post!!! :_________)
Gracias !!!; me alegro mucho que te haya gustado! 🙂
Por casualidad descubro este blog, aunque este post ya tiene más de un año, me ha encantado.
Yo también pasaba pegado al cristal del vagón del metro cuando llegaba a esta estación camino del colegio a diario, siempre intentando descubrir algo y temeroso de que algún día me llevase un susto al mirar a través del cristal, pero no podía dejar de mirar. Alguna vez, siendo muy niño, recuerdo haber salido del metro en esta estación (tenía 6 años cuando la cerraron), como también recuerdo los trolebuses, tranvías y los autobuses de dos pisos. Es cierto que vuelves a la niñez cuando ves estas cosas.
Tengo la visita pendiente, pero gracias a tu blog voy a hacerla en breve, ya lo tengo planeado.
Gracias, Alfonso, y me apunto tu blog.
Me alegro mucho que compartas conmigo lo que muchos en realidad hemos hecho de pequeños, te agradezco también mucho tus comentarios positivos.
Un abrazo y hasta pronto!
Ufff, me ha llegado un montón este post!! Yo también he hecho esos recorridos en metro, pegada al cristal intentando ver la estación avisada por mi madre y mi abuelo… y tiempo después, de mayor, también he mirado recordando esos viajes…
Hola,
Excelente relato. Me han gustado mucho las fotos de la publicidad de los años 60, los teléfonos con cuatro dígitos…
Sí conocía su existencia por un post que publicó mi tocayo Victor hace unos meses. A ver, si la próxima vez que me escape a Madrid la visito.
Un abrazo.
Que preciosidad de estación! Debe ser increíble estar andando por allí con todo igual que estaba hace tantos años… la publicidad es genial!
Acabo de descubrir tu blog y te añado a mis blog favoritos porque he visto muchos articulos que me pueden interesar en un futuro
un saludo!
Gran artículo, vivo en madrid y no sé cómo se me había pasado ir a cotillear la parada fantasma.. Me encantan los anuncios publicitarios antiguos, parece un decorado de una película de época 🙂
Mira que me he movido por Madrid pero no sabía que existía esta estación, no me la pierdo.
Un saludo !!!
Un estupendo artículo! Yo la visité hace poco y me encantó. El verla cuando pasabas por allí antes de que estuviera reformada si que daba escalofríos… Yo lo recomiendo a la gente que viene a Madrid, por que mas madrileño que el metro poco hay más en la ciudad.
Un saludo!
Creo que leí sobre este sitio en el blog de Victor (mipatriasonmiszapatos), y todavía no he ido a verlo y mira que trabajo al lado, vamos que mi oficina está a 300 metros… que delito!!!
Qué fuerte!! dos años viviendo en Madrid y no tenía ni idea de que esto existiera!! la proxima vez que vaya por allí voy seguro!! Me ha encantado el tema y como está contado el artículo… Como tú dices… Gracias por compartir 😀
Me ha encantado este post. Tampoco conocía la posibilidad de hacer ese magnífico viaje al pasado de Madrid pero la próxima vez que viaje a la ciudad intentaré hacer el tour.
Un abrazo
La entrada es gratuíta verdad?
Hola, sí, … es totalmente gratuito e incluye el billete sencillo de los años 60 🙂
Un saludo.
Madrid oh Madrid
Yo viví en los 60 en Madrid.
La ciudad, me deslumbró. Recuerdo los apretujones en el metro, cuando ibamos como auténticas sardinas, recuerdo también con nostalgia, los guateques y la marcha que había, increible marcha, sobre todo nocturna, ah, y las cañitas con tapa, los chocolates con porras, los bocadillos de calamares, las…….. uf, que tiempos. 😉
Saludos y buen post
No sabía de la existencia de esta estación pero cualquier día de estos me acerco a verla, tiene muy buena pinta!!! 😉
Que chulo, la verdad que es increible!! a ver si me acerco un día y bajo a verla.
Besos.
Me encantan estos artículos «exotéricos» (y seguro que a Maka cuando lo lea también). Además, me lo apunto para futuros acercamientos a Madrid, jejeje
Un abrazo muy grande compañero